El Futuro del Periodismo
Voces que revelan la verdad: ganadoras de los premios Maria Moors Cabot de 2025 recuerdan sus trayectorias
27 / 11 / 2025
27 / 11 / 2025
Periodista, columnista y profesora, fue la primera mujer en ser editora pública en The New York Times. En esta entrevista reflexiona sobre la actual crisis democrática que atraviesa Estados Unidos, el rol de la prensa y la importancia de respaldar la verdad en el ejercicio del periodismo.
Margaret Sullivan está en el frente de batalla. Trabaja en la Universidad de Columbia, institución que en julio de este año tuvo que desembolsar más de 220 millones de dólares para recuperar el acceso a subvenciones federales que la administración de Trump le revocó, además de modificar varias políticas internas relacionadas al antisemitismo, programas de estudios y seguridad. Ahí, en dicha institución, la periodista imparte clases de ética y preside el Centro Craig Newmark para la Ética y Seguridad del Periodismo.
Sullivan ha sido una voz destacada dentro del periodismo estadounidense. Fue la primera mujer en tener el cargo de editora en jefe en The Buffalo News, y el de editora pública en The New York Times, una responsabilidad orientada a la fiscalización ética dentro del mismo diario. Después de su paso por el periódico neoyorquino, se desempeñó como columnista en The Washington Post, y actualmente colabora en The Guardian. Además, ha incursionado en el mundo de los libros, escribiendo sobre el estado de la práctica periodística y su actual crisis en el país norteamericano.
Ubicada frente a una sala de estudios de la universidad, la oficina de la periodista, pequeña pero atiborrada de cosas, guarda algunos recuerdos de su carrera. En el fondo, se puede leer en un pendón: ¿Puede el periodismo salvar la democracia? Sullivan está lista para responder esa pregunta.
—A su parecer, ¿Cuáles son las formas más evidentes en las que la crisis de la democracia ha afectado al periodismo en Estados Unidos?
—Creo que estamos presenciando muchas instancias en las que los medios de comunicación están siendo súper cuidadosos y tratando de agradar al presidente Trump y a miembros de su gobierno; algunas veces por motivos comerciales. Por darte un ejemplo, Trump ha demandado a CBS, ABC, The New York Times, y a muchos otros medios de noticias. Algunas de esas compañías tienen miedo de su poder, y posibles represalias; la posibilidad de una venganza.
Creo que han escogido no contraatacar, sino que llegar a acuerdos en esos casos. En otras palabras, solamente por llegar a una solución ellos dicen: “lleguemos a un acuerdo y aquí tienes algo de dinero, acá tienes 16, 20 millones para tu futura biblioteca presidencial”. Sin ir más lejos, el comediante Stephen Colbert describió como un “gran soborno” el acuerdo monetario que su empleador CBS, selló con la administración de Trump.
Es muy alarmante, lo describiría como autocensura. Imagínate, estás dentro de un medio de comunicación y estás preocupado, tus jefes están preocupados, estás preocupado de que puedas ser demandado o meterte en problemas. Entonces, y esta es mi teoría, piensan “bueno, quizás maticemos la historia, quizás no seamos tan duros, quizás ni siquiera contemos la historia” y eso empieza a afectar de verdad la libertad de prensa. Y lo hace de una manera muy preocupante, porque no es algo que se note fácilmente, no está en la superficie, está debajo, viene desde adentro; la autocensura.
—En su último libro (Newsroom Confidential, 2022) describió la crisis que atraviesa el periodismo. ¿Cuánto crees que ha cambiado?
—Se ha puesto peor. Estoy realmente impactada por lo mucho que estamos en problemas. El periodismo local se ha de deteriorado aún más, la libertad de prensa está aún más amenazada, las cosas que estaban ocurriendo lo han seguido haciendo y probablemente han empeorado. A pesar de todo, siempre quiero recalcar, que se está haciendo periodismo de calidad todos los días, lo que hay que alentar y valorarlo. Creo profundamente que no tenemos democracia si es que no tenemos un periodismo activo.
—¿Cree que la prensa ha sido muy cautelosa?
—Sí, creo que la prensa falla en un par de aspectos. El primero, es que la prensa estadounidense, en general, no ha hecho un buen trabajo cubriendo a Donald Trump, ya que tienden a normalizarlo, lo tratan como cualquier otro político, cuando en realidad no es como cualquier otro político. De hecho, está moviendo al país en una dirección autoritaria, lo que no está siendo cubierto totalmente por la prensa. La prensa tiende a ser muy respetuosa, reverente, como si no quisieran hacerlo enojar.
Lo segundo, es lo que comentaba antes, lo de ceder frente a las demandas judiciales, diciendo “Sí, tienes razón” cuando en verdad no la tienen. En muchas de estas demandas en las que han llegado a acuerdos, los medios pudieron haberse defendido, pero no lo hicieron. En general, la prensa ha sido demasiado complaciente, usaría esa palabra.
—Entonces, ¿los periodistas deberían ser más activos en términos políticos?
—Sí, creo que el rol más importante de la prensa libre, de la prensa independiente, es fiscalizar a los poderosos y a las instituciones, es lo que se supone que debemos hacer, descubrir la verdad y mostrársela a la gente para que esta pueda votar informada, para que actúen de forma inteligente y activa en su propio gobierno. Y si no lo hacemos de una forma verdaderamente activa y comprometida, entonces le estamos fallando a la gente, y les estamos fallando porque eso no está ocurriendo.
—Si eso no está ocurriendo, ¿Qué deberían hacer los periodistas al respecto?
—Creo que se necesitan liderazgos fuertes por parte de los que toman las decisiones dentro de los medios. También es importante el trabajo de los periodistas, de los reporteros y editores, pero en última instancia necesitas liderazgos fuertes que digan “así es como lo vamos a hacer y debemos hacerlo de esta manera, y si tenemos que meternos en una pelea por esto, lo haremos, hay que ser fuertes y valientes, y tener el espíritu firme”.
Una vez trabajé con un editor famoso y de renombre en el Washington Post, Marty Baron. A cualquier diario al que llegaba, ya fuera en el Boston Globe, el Miami Herald, donde fuera, el diario inmediatamente empezaba a publicar historias de “rendición de cuentas” y a ganar Pulitzers, era increíble. No siempre estuve de acuerdo con todo lo que decía o hacía, pero tenía la tranquilidad de que había alguien desde arriba que entendía de lo que estábamos hablando: el rol fiscalizador de la prensa y él estaba dispuesto a mantenerse firme. Necesitamos más personas como Marty.
—¿Es el periodismo una pieza clave para la democracia?
—Bueno, para recuperarla claro. No se puede tener democracia sin el periodismo. De esa forma, si el periodismo se desvanece, la democracia también lo hará. Y, desafortunadamente, funciona al revés: si tenemos tendencias autoritarias también afectará el desempeño del periodismo; están relacionados.
Tengo un boletín informativo llamado “La crisis americana”, pero al principio, cuando era un podcast, se llamaba “¿Puede el periodismo salvar la democracia?”. En ese entonces la persona encargada de publicarlo opinó que era un buen nombre, pero que quizás necesitaría algo un poco más corto y pegadizo. Entonces inmediatamente pensé en “La crisis americana” y ha demostrado ser un buen título… entonces ¿puede el periodismo salvar la democracia? Más o menos, quiero decir, es necesario… es parte de la respuesta.
—Además de la crisis democrática, enfrentamos una crisis de la verdad ¿Cómo se puede recuperar la confianza del público en un momento como este?
—¿Cómo hacemos que confíen en nosotros? Yo digo que demos vuelta esa pregunta y nos preguntemos: ¿Cómo podemos hacer un trabajo que sea confiable? A qué me refiero con esto, a un trabajo que sea valiente, que sea veraz, que fiscalice a las autoridades y que sea muy riguroso al corroborar los hechos y asegurarse de que todo sea verídico. Y, además, y creo que esto es realmente importante, no amplificar ni magnificar mentiras cuanto estas son dichas, es decir no tomar una mentira que acaba de decir algún político y ponerla en un titular. Eso solo hace que la mentira circule. Creo que, en algún nivel, el público entiende que nos necesita, que demos lo mejor de nosotros y que seamos lo más fuertes posible.
—¿Y qué pasa con las personas que teniendo la verdad delante de sus ojos prefieren ignorarla?
—Creo que tenemos que cambiar. A muchos periodistas pareciera importarles más su carrera que otra cosa. Parecen estar más preocupados por los contactos que tienen, por estar con personas poderosas y lograr su atención y entrevistas, pero eso no es la labor social que debería tener el periodismo. Siempre hay formas de hacer buenas historias, independientemente si se tienen contactos o no, puedes encontrar personas que quieran hablar, sacar a la luz documentos, y hacer un buen trabajo. Es lamentable ver cómo periodistas fracasan en su misión. Una se pregunta ¿por qué están siquiera en el periodismo?, ¿por qué están en el periodismo si no van a hacer el trabajo central del periodismo?
Pero, por otra parte, también quiero decir que me impresiona mucho el periodismo que se está haciendo en algunas partes. Por ejemplo, en las noticias del The Washington Post sigue habiendo buen reporteo, en The New York Times o en The Guardian, que es donde trabajo, están haciendo también mucho trabajo destacable.
Y también están los medios más pequeños, como Mississippi Today, Texas Tribune o ProPublica, y organizaciones sin fines de lucro que han surgido recientemente. Algo bueno que está ocurriendo, es que estos medios se están asociando con medios más grandes como los que nombre anteriormente y haciendo alianzas para obtener beneficios de cobertura, al mismo tiempo que aprovechan los recursos como el de un equipo legal completo y el de un equipo de investigación más grande.
—La colaboración sería una forma de enfrentar la crisis democrática…
—Sí, eso es, la colaboración tiene una importancia enorme, como también el liderazgo y la transparencia con nuestra audiencia de decirles cómo hacemos nuestro trabajo.
—¿Cómo un respaldo?
—Exacto, mostrarles los hechos, que estén verificados, que puedan confiar plenamente en ello. Creo que esas cosas sirven para mostrarle a la gente que estamos tratando de hacer el trabajo que la democracia nos exige.
—Desde su punto de vista, ¿Cómo los periodistas deberían responder a los líderes políticos que intentan desacreditar o silenciar a la prensa?
—Tenemos que estar bien enfocados, apegarnos a los hechos, pero también lograr que los lectores entiendan lo que hacemos y también pedir el apoyo público. Lograr que la gente nos apoye económicamente o de cualquier otra forma que puedan. Lo podemos lograr, en parte, explicando cómo hacemos nuestro trabajo periodístico. Cuando trabajé en The Washington Post, me sorprendió darme cuenta de que había lectores que, cuando usábamos una fuente anónima y mostrábamos los hechos, muchos creían que nosotros no sabíamos quiénes eran esas fuentes, como si la gente no entendiera cómo funciona el periodismo. Debemos intentar educar a las personas, en ese sentido hay que fomentar la alfabetización informativa. Es realmente importante ayudar a las personas. Hay una iniciativa llamada “Programa para la alfabetización informativa” y es muy bueno, ayuda a la gente a entender la diferencia entre información inventada y noticias reales, les ayuda a desarrollar el ojo crítico. Es realmente importante para los niños en edad escolar, pero también para los adultos, e incluso más para los adultos mayores porque a veces pueden ser más fáciles de engañar.
También sería genial tener un plan de estudios en las escuelas de alfabetización informativa, que fuera obligatorio en establecimientos públicos y privados. Así como tienes que aprender a leer o a restar y sumar, tienes que aprender a ser capaz de discernir entre propaganda y noticias reales. Sería muy útil que se enseñara eso.
—Pero en tiempos como estos suena muy difícil que algo así suceda.
—Es muy difícil porque los sistemas escolares y el sistema educativo también están bajo asedio y dependen del financiamiento de los gobiernos federales. Pero creo que no podemos rendirnos, tenemos que intentarlo, quizás fallemos, pero tenemos que intentarlo.